En la edición de LAM, estuvo Carmen Barbieri y recordó los duros momentos que le tocó vivir en estos últimos tiempos. Alguno de estos fueron la pérdida de su mamá, la enfermedad de su hijo y la seguidilla de problemas de salud que tuvo ella.
“Yo soy una persona muy fuerte que apuesta a la vida y siempre tiene fe y esperanza. La pérdida de mi mamá no era una muerte anunciada, pero tenía noventa años. Estaba impecable. El colesterol 110, yo tengo un desastre. Estaba bárbara pero llegaron los noventa años y tuvo un infarto cerebral y tuvo otro, y hubo que internarla y de ahí no salió”.
A continuación, Ángel de Brito comentó que dentro de la lógica nadie se prepara para despedir a los hijos. Carmen relató que su madre vivió una buena vida.
“Me mandaron unos audios de ella. Me mandaron uno que dice: ‘Estoy feliz. Le dice a Oscar, porque la llama para su cumpleaños. Después de su cumpleaños vino el día de la madre, fuimos a lo de Susana Giménez. Y a los dos días cayó y ya no se levantó. Falleció a los tres meses. Y dice: ‘Estoy contenta. Mi hija me mandó noventa rosas. ¡No las puedo agarrar!”.
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Carmen Barbieri recordó que su madre vivió una vida feliz y sana
Barbieri contó que su madre vivió una vida sana, nunca tuvo un cáncer, nunca una operación grave. Realmente fue una mujer bárbara. Por ello, agradeció el audio que le envió Oscar.
“Apoyó la cabeza sobre la falda de mi mamá. Ellos eran muy de discutir, los dos. Y dice: ‘Hace tanto que no lo tengo. Desde chiquitito que no lo tengo en mi regazo. Estoy feliz’. Un lindo audio, maravilloso, que le dije: ‘¡Ay! ¡Que lindo regalo me mandaste Oscar! Le agradezco”.
Posteriormente, de Brito le recordó lo que vivió con su hijo, Fede Bal. Al respecto, dijo que para el afuera fue relativamente rápido el proceso que vivió la familia.
Ella contestó que sí, fue rápido. Aunque para ella fue como morir todos los días un poco. Contó que fueron cinco meses en los que moría poco a poco al despertarse.
“Eso sentía. Por más que yo tengo fuerza y tengo expectativas. Yo todas las mañanas me despertaba con una sensación rarísima. Porque había que esperar todo el tratamiento, que fueron cinco meses, o un poquito más en el Fleming”.